CAPÍTULO 2 "TRES HUEVOS FABULOSOS"

Mientras, en el otro lado del mundo, descendían del avión en la estación de Nueva York, Kate y Alexander Cold, provenientes desde la Ciudad de las Bestias, en Brasil. El chico estaba por cumplir 16 años, tenía un corte estilo brasileño prueba de su reciente aventura en el sur. Su abuela, Kate, (quien detestaba que le llamase abuela), tenía 65 años, era reportera del  International Geography, decidida, con grandes vicios, pero un ímpetu indomable.

En el aeropuerto los miraron de manera extraña, debido a sus cortes de pelo y a la cantidad de objetos extraños que traían consigo, entre ellos una cerbatana con dardos envenenados. Antes de que se separaran cada uno hacia su casa, Alexander le comentó a Kate que su amiga brasileña Nadia Santos, le había regalado tres diamantes con forma de huevos. Al dárselos pidió que los ocupara apara ayudar a los pueblos indígenas que habían conocido en Brasil. 

Kate se dispuso a hacerlo, para ello nombró tesorero a un joyero reconocido amigo suyo, y extrañamente nombró presidente a su archienemigo, un viejo antropólogo llamado Ludovic Leblanc. Los diamantes resultaron ser muy valiosos y con la fundación todo marchaba bien.


Kate recibió una llamada de su nieto, Alex, de alguna forma el chico se había enterado del nuevo viaje de su abuela, y le rogó que lo dejara acompañarla. Al final de un poco de discusión, planeada por la abuela, accedió a llevarlo: su destino era el reino prohibido, el reino del dragón de oro.