Dos monjes, maestro y discípulo caminaban por las altas y gélidas montañas del Himalaya bajo un frío glacial, sin mayor equipaje que harina seca y una pérdiga (una especie de bastón) que les servía de apoyo y apenas unos abrigos. El maestro, Tensing, era alto musculoso, daba la apariencia de ser un gran guerrero, sin embargo la firmeza y bondad de su mirada decían todo lo contrario. Era capaz de leer el aura de las personas y animales, comunicarse telepáticamente; y tenía una gran virtud: la paciencia. Su discípulo Dil Bahadur, príncipe y heredero al trono del Reino Prohibido, era menos paciente, en ocasiones le dominaba el miedo y tenía gran curiosidad por muchas cosas.
Su viaje, estaba lleno de peligros, incomodidades y sobre todo mucho frío. Su destino era el Valle de los Yetis, donde recogerían plantas medicinales, raíces y yerbas que solo crecían en aquel lugar. Después de grandes esfuerzos por mantenerse vivos a pesar del frío y sorteando animales salvajes y grandes abismos que en ocasiones impedían su camino. Cuando llegaron al valle de los yetis se dieron cuenta que era simplemente maravilloso: había numerosas fuentes termales, grandes arbustos y una gran cantidad de vegetación.
-Los yetis están extinguiéndose- comenzó Tensing- Alguna vez tuvieron una civilización tan avanzada como la de los humanos.
Tensing se encontró una piedra que resultó ser excremento de Dragón, y tenía muchas propiedades mágicas, entre ellos era medicinal y desviaba ciertos metales. Se apresuraron a hacer un té en una de las fuentes termales, el agua cobró un tono violeta, Después se acostaron a dormir. Al despertar se encontraban rodeados de unos seres de pequeña estatura: los yetis.

Grr-ympr (así se llamaba la anciana yeti) les mostró el valle. Pudieron notar que los yetis estaban enfermos, extinguiéndose. Comenzaron a curarlos. No habían terminado cuando ellos mismos comenzaron a vomitar bilis. Se dieron cuenta que el agua que habían tomado en el valle, aquella de color púrpura es la razón de la enfermedad de los yetis. Comunicaron a los yetis que desde ahora tenían prohibido beber de esas aguas.
En recompensa por salvar la tribu de los Yetis, Grr-ympr les mostró un nuevo camino para salir del valle, con el cual podían ahorrarse hasta dos tercios del camino.