Al amanecer, la secta del escorpión comenzó a buscar a Nadia, quien se percató de ello y comenzó a subir más en la montaña, cuando de pronto cayó por un precipicio. Nadia pensó que iba a morir, había visto los enormes precipicios de apariencia sin fondo, estaba pensando en ello cuando un arbusto amortiguó su caída, no murió como pensaba, pero se dislocó el hombro, no podía moverlo y apenas y era consciente de su cuerpo.
No muy lejos de ahí, entrenaban Tensing y Dil Bahadur en lo alto de una montaña. De pronto por encima de sus cabezas pasó un águila blanca. Ninguno de ellos había visto nada parecido. En las montañas había una gran variedad de aves y animales salvajes, pero nada tan majestuoso como les pareció la proyección astral de Nadia, pues eso era aquella ave.