El lama, el príncipe, Alexander, Nadia y Borobá comenzaron su gran recorrido subiendo la montaña, pero el viaje no era nada sencillo, puesto que no todos contaban con las mismas habilidades y fortalezas. El frío era terriblemente abrazador, en ocasiones tenían que saltar sobre sus bastones para continuar ascendiendo por angostos precipicios. Nadia parecía un paquete, ya que Tensing la cargaba bajo el brazo cuando debían cruzar por los puentes improvisados.
El viaje ahora sería algo excepcional, pues se dirigían al valle de los yetis, al día siguiente llegaron a la entrada de un largo túnel que los conduciría al hogar de los Yetis, Nadia creía que moriría sofocada, pues el túnel era muy angosto y tenía un peculiar olor a azufre. Después de un rato llegaron al otro valle, para Alexander y Nadie el lugar era muy similar al Amazonas. Los Yetis los recibieron armados y muy enfadados, Tensing los saludó y solicitó una audiencia con Grr-ympr, en la aldea, todo parecía haber mejorado, estaba llena de hembras y pequeñas crías radiantes, solo la hechicera, se veía bastante envejecida, su cuerpo estaba en agonía.
Tensing le pidió a la anciana que le permitiera a los Yetis acompañarlos a una batalla, pero ella se negó, mencionó que los Yetis ahora estaban en equilibrio y si no aseguraba que estarían bien no podía ayudarlo. Grr-ympr estaba muriendo y su miedo por dejar solos a los Yetis no la dejaba descansar, por eso Tensing hizo un trato, él se quedaría cuidando y enseñando a los Yetis a vivir en paz durante seis años, si ella accedía a dejarlos luchar y a su cuerpo descansar.